Capítulo I.- Joaquín, no demoraba en terminar los estudios secundarios en ese nuevo colegio que le quedaba cruzando unas cuantas cuadras, es que se había mudado hace ya varios solsticios a su nuevo hogar, ahí cerca de la colina de los vientos; donde su padre le había enseñado a hablar buen castellano, para que no se equivocara cuando deseara mandar una carta; también el padre lo aplico en el ingles, esto para que cuando se vaya a un karaoke no haga el roche cantando un patience o algún tema de los Beatles; por su parte, Joaquín, pidió aprender francés para decirle a la ocasional señorita que lo haya convertido en el centinela de sus ojos, vous voulez etre ma petit-amie? y claro, como se negaría si era el idioma del amor ese el que pronunciaba, pero si la mujer conociese el idioma por supuesto que le diría Non, ce n’est pas possible, tu est fou et horrible, et ton visage est bizarre … por supuesto él se iría apenas escuche el “no” pues lo demás era clase avanzada o de la clase que no presto atención, y no entendería.
En su casa después del colegio, acostumbraba a jugarle una broma al perro que dormitaba feliz junto a su pelota, casi destrozada por sus feroces pero tímidos mordiscos por no dañarla mucho, pues el dueño ya le había comprado muchas y le advirtió que esta era la ultima, con su frase de negativa “never never and ever; sabiendo esto Joaco, como le decían los cómplices de sus repentinos aspavientos de recién salido del hospicios “dos dedos de frente” (donde los visitantes de ese lugar eran tan zafados de lo que ocurría en el mundo que parecían literatos con el diploma universitario en mano), le quitaba el juguete al animal para llevárselo lejos y esconderlo de su hocico voraz; ya después de hacer la jugarreta Joaquín iba a almorzar tranquilo y reposado. Al entrar a casa emitía un sonoro y claro hola ma’!!!! pues ya no concebía decirle “mami” a la señora de la casa, porque como podría ser eso posible a la edad de las idas y venidas al baño de su dormitorio, no era comprensible eso; pero a cambio de esa ultima silaba extraída, llegaba con algún verso que construía camino a casa, quizás para el puente que cruzaba o al maldito cobrador de combi que no quería cobrarle pasaje escolar por derecho ganado… su madre era una señora hecha y derecha, tenia el cabello corto porque decía que a su edad no era bueno tenerlo largo pues los años no ayudaban, era un mujer entendible y con ganas de entender a todos.
Durante el fin de semana, Joaquín se refugiaba en la azotea con cualquier libro que encontrase debajo de su cama, aquella biblioteca que creo con sus desatinados momentos de ordenar su habitación. Pasaba destilando la tarde entre crímenes y amores prohibidos, imaginando que los arreboles también tienen forma de agosto o de setiembre, destellándose los ojos con la tarde añil y azafrán, el color dependía con que sueño la miraba Joaquín.
(continuará...)